Impunidad

El caso Pedro Yauri: un periodista peruano desaparecido

El caso Pedro Yauri: un periodista peruano desaparecido

Un periodista asesinado. Una búsqueda inconclusa. Y la historia reciente de un país que vivió el peor episodio de su historia: la violencia política del periodo 1980-2000.



Por: Instituto Prensa y Sociedad
Perú

Cuando a dos miembros del escuadrón de aniquilamiento Colina, se les autorizó a dejar la celda donde cumplen condena, para ser trasladados a la playa Hornillos, al norte de Lima, con el objetivo de identificar el lugar exacto donde habían enterrado al periodista Pedro Yauri, a Yaqueline, la hija del comunicador, le pareció el capítulo final de una pesadilla. Los asesinos de su padre ya habían sido condenados, pero más de 25 años después del secuestro de Pedro, el cuerpo seguía inubicable. Los miembros del Grupo Colina habían aceptado el asesinato y desaparición del periodista, pero hasta entonces, no habían ofrecido detalles del paradero de sus restos. Una condena no hace justicia, sin la paz que ofrece las certezas.

Fuente: SERVINDI

Entre 1982 y el año 2000, 52 periodistas fueron asesinados en el Perú. Se trata del periodo de mayor violencia política en el país, marcado por la actividad terrorista de Sendero Luminoso, y la respuesta gubernamental que, no solo a través de las fuerzas del orden, sino de grupos paramilitares, ejerció el estado peruano. El medio centenar de periodistas ultimados ha sido inventariado por la Asociación Nacional de Prensa (ANP). Aunque de la cifra buena parte de los crímenes fueron ejercidos por alguna de las dos fuerzas, se registran también casos cuyas causas no han podido determinarse completamente.

Las condiciones en las que el periodismo fue ejercido en el Perú por aquellos años fueron por lo demás complejas. La organización terrorista estuvo detrás de algunos de los crímenes contra periodistas, como también lo estuvo el estado peruano. Cualquier percepción sobre supuesta orientación informativa a favor de alguna de la dos fuerzas, recibía de la contraría una respuesta brutal. Atentados, secuestros y homicidios, fueron la manera en que varios de los comunicadores sociales fueron asesinados producto de su trabajo informativo.

Uno de ellos fue Pedro Herminio Yauri Bustamante, o simplemente Pedro Yauri, como lo conocían a través de la radio, en Huaura, ciudad al norte de la capital peruana, donde trabajaba.

El permiso para abandonar por algunas horas la prisión, permitió que los dos integrantes del Grupo Colina, escuadrón paramilitar que ejecutó selectivamente a objetivos contrarios al gobierno de Alberto Fujimori, ofrecieran indicaciones geográficas del paradero final de los restos del periodista. Había pasado un cuarto de siglo. Con la presencia de los abogados de la familia Yauri, ambos exmilitares marcaron en la playa Hornillos lugares donde potencialmente pudieron enterrar el cuerpo. Recordaban el mar a sus espaldas, dijeron, como referencia a los lugares de la tierra que indicaban. De la diligencia no participó Yaqueline. Pero sí de la del día siguiente: la búsqueda y la remoción de tierras en los espacios señalados por los asesinos, hace seis años.


El año que lo cambió todo

Del periodo de violencia política que vivió el Perú, quizá el año 1992 es el de mayor recordación, por la serie de sucesos que impactan la vida nacional. Aunque ciudades alto andinas ya venían sufriendo el flagelo del terrorismo, y la respuesta militar, el fenómeno subversivo aún no tenía registro claro en la capital. Hasta 1992. Ese año, el atentado de Tarata, la explosión de un edifico entero en el barrio de Miraflores, en Lima, hizo por primera vez voltear la mirada de las elites hacia un fenómeno nacional, que parecía lejano. El terrorismo había llegado a la capital. Y la respuesta oficial no se haría esperar en el mismo lugar: el secuestro y asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, acusados de terrorismo, ocurre a manos del Grupo Colina, el escuadrón integrado por agentes del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE).

Ese año, 1992, es también el del secuestro y desaparición de Pedro Yauri, en una ciudad muy cercana a la capital peruana, Huaura. Se trata de una provincia que por entonces era considerada “zona roja”, por la presencia de células terroristas y sus continuas actividades. Según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), de enero de 1991 a junio de 1992, Huaura y zonas aledañas como Barranca, Huaral, Oyón y Cajatambo, registraron 126 acciones terroristas. Solo Huaura concentraba 28 atentados. Era el tipo de acontecimientos que el periodista Pedro Yauri solía reportar a través de su programa “Punto Final”, por la radio.

La irrupción de las fuerza del orden en la localidad marcaría el inicio de una serie de denuncias, que se registraban también contra miembros del Ejército Peruano y la Policía Nacional, por abusos y violaciones a los derechos humanos. Una de ellas fue la que empezó a reportar Pedro Yauri. Vía su programa en Radio Universal, días antes de su secuestro y desaparición, el periodista había iniciado una campaña a favor de la liberación de la familia Ventocilla. Rafael Ventocilla, y sus hijos Alejandro, Agripino y Simón, habían sido detenidos, acusados de terrorismo. La CVR da cuenta también de actos de tortura en sus contra.

Fuente: Cuenta en X, Ángel Páez

Primer aviso

Tres años antes, en 1989, Pedro Yauri tuvo un primer “incidente” con la Policía. Por la mañana, recibió la visita en la radio de un hombre encapuchado, que se identificó como miembro del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), otro grupo terrorista de la época. El hombre llevaba consigo un casete, que obligó al periodista, bajo amenaza de muerte, a reproducir en la emisora. Era contenido a favor de la lucha armada. Ese mismo día, Yauri volvería a recibir otra visita: esta vez eran miembros de la Policía Nacional del Perú. Fue detenido.

El periodista estuvo incomunicado durante los tres días que estuvo en una celda de la Policía de Huacho, una ciudad cercana, mientras era investigado por el supuesto delito de apología al terrorismo. Policía y Fiscalía allanaron su casa, sin encontrar nada que pueda incriminarlo con el MRTA. La explicación de Yauri a las autoridades sobre la emisión del contenido radial no les era suficiente. La CVR ha reportado que, de la sede policial, Yauri fue trasladado a una playa, donde fue torturado, sumergido en agua con las manos atadas, como medio de fuerza para revelar su vinculación con el grupo terrorista. Estuvo luego 45 días detenido hasta que fue puesto en libertad, las autoridades no pudieron probar, ni siquiera bajo tortura, que pertenecía al MRTA.

La historia de abuso contra Yauri le permitió luego ganar el premio al mejor periodista del año, en Huaura. Pero ni los reconocimientos le servirían para evitar lo que vendría después.


Desaparición forzada

“Nosotros hemos pedido, a través de nuestros abogados, una nueva búsqueda de mi padre. Que se les pueda tomar nuevamente sus declaraciones a los condenados, para que digan donde está finalmente el cuerpo. Les pedimos que nos digan siquiera el lugar dónde está”, dice para este informe Yaqueline Yauri. La diligencia de búsqueda y remoción de tierras no dio resultados.

La madrugada del 24 de junio de 1992, seis hombre fuertemente armados, vestido de comando, irrumpieron en la casa de Pedro Yauri y su padre, saltando desde la casa vecina. Portando linternas, ubicaron la habitación del periodista, a quien le pidieron identificarse. Don Anastasio Yauri, padre del periodista, fue testigo presencial del hecho. Lo golpearon, lo que ocasionó el reclamo de su hijo, que también fue violentado. Pedro fue vendado, y subido a una camioneta guinda que esperaba afuera. Fue la última vez que don Anastasio vería a su hijo. Han pasado 32 años desde ese suceso en Huacho, y no se volvió a saber del paradero del periodista.

Se sabe, por testimonios posteriores de los agentes de Inteligencia, recogidos por el Ministerio Público, y luego, en el juicio, que el periodista fue trasladado a una playa, y obligado a cavar su propia tumba. Ya en el hoyo, fue ultimado de un disparo en la cabeza. En medio de la búsqueda de su hijo periodista, don Anastasio fue llevado a reconocer un grupo de cadáveres hallados cerca en una fosa común. Ninguno de los cuerpos era el de Pedro Yauri, los ejecutados eran la familia Ventocilla.

Diligencias como la que permitió que los condenados por el caso acudan a la zona, resguardados, para intentar identificar el lugar del entierro, ha habido varias. Algunas, incluso, han utilizado maquinaria pesada para la remoción de escombros. Pedro Yauri sigue desaparecido y, más de 30 años después, su familia pide a las autoridades retomar la búsqueda del cuerpo del periodista.