Impunidad

El infame juicio por la muerte de Ángel Gahona

Moisés Martínez
Por:
Moisés Martínez
Nicaragua

La última vez que Migueliuth Sandoval vio a su esposo, Ángel Gahona, con vida, el periodista estaba haciendo una transmisión en vivo desde la página de Facebook del noticiero que ambos administraban: El Meridiano. Unas horas antes habían estado juntos en su casa, recostados y platicando. “El último beso que yo le di, fue a un lado de su estómago. Lo recibió y se acomodó para dormir”, relató Sandoval.


La transmisión que Gahona realizaba era para mostrar los daños a la alcaldía de la ciudad de Bluefields, un puerto enclavado en el Caribe Sur de Nicaragua, en el tercer día de protestas ciudadanas en contra del régimen del presidente Daniel Ortega. Era la noche del sábado 21 de abril del 2018, cuando él, junto a un grupo de periodistas, se acercó para mostrar detalles de los daños causados al edificio durante el enfrentamiento entre ciudadanos y la policía. Gahona relataba en la transmisión cómo los manifestantes habían irrumpido en el pequeño salón de la sede municipal para saquear un cajero automático, cuando repentinamente su voz se apagó y la imagen caía junto con su cuerpo. Voces angustiadas gritando su nombre. El periodista había muerto de un certero disparo a la cabeza.

“Una piedra en el zapato”

Cuando niño, Ángel se ganó una larga lista de castigos por arruinar los casetes de música cristiana de sus padres. “Para mí nació comunicador. Desde pequeño se metía a un cuarto donde teníamos una máquina de escribir, y se ponía a teclear en la máquina. Con unos 8 o 9 años, agarraba mis casetes, los metía en la grabadora… y se ponía a leer pasquines o los periódicos”, narró su papá en un perfil sobre el periodista publicado por el suplemento Domingo, de La Prensa.

Gahona estudió Periodismo en la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (Uraccan). Y fue después de trabajar en cuanto oficio se le puso en frente, que decidió junto a su esposa cumplir su sueño de fundar un noticiero. Así nació El Meridiano. Migueliuth sería la presentadora y él, el camarógrafo, editor, productor y todo lo demás que fuese necesario.

Migueliuth Sandoval sostiene que la muerte de su esposo no se debió a una bala perdida en medio de la violencia de las protestas. Dice que él era un objetivo de la policía de Bluefields, debido a un incidente relacionado con una toma de tierras.

"El problema, o el choque viene desde inicio de año (2018), cuando mi esposo defendió a más de 150 familias de excombatientes, cuando iban a ser desalojados en el sector de Esconfrán. Llegó la Policía. Llegaron antimotines, pero como mi esposo y yo estábamos grabando, estábamos protegiendo a esa gente para que no los agredieran”, relató. Después del incidente, Migueliuth comentó que Ángel Gahona empezó a recibir mensajes amenazantes en su móvil, y en el perfil de redes sociales del noticiero.

“Al ver esa piedra en el zapato, allí estaba la persecución, las llamadas telefónicas, los mensajes, quizás él nunca me dijo “Migueliuth tengo miedo”, pero me decía “amor yo no quiero salir solo, acompáñame”. Ese día, 21 de abril, el escenario se prestó para hacer eso, porque él solo estaba rodeado de policías. Había salido a grabar los daños que estaban en el cajero. Yo vi cuando lo mataron, cómo cayó y la Policía no fue digna de recogerlo”, añadió.

Fuente: Archivo

La captura de Brandon y Glen

La última vez que estuvo libre, Brandon Lovo, de 18 años, vacilaba en la misma cancha de basquetbol de Bluefields, donde le gustaba cantar y bailar. Aquel día, el dos de mayo, a las nueve de la mañana, un hombre le pidió ayuda para reparar una moto supuestamente dañada. Lovo se acercó para asistirlo, pero de inmediato fue neutralizado por policías de civil, que lo arrestaron. Tres días más tarde, el cinco de mayo, Glen Slate, de 20 años, también fue capturado, y la casa de su madre, en la misma ciudad, revisada de arriba a abajo.

“Buscaban armas. Registraron toda la casa. La cama de los chavalos y hasta la refrigeradora, y no encontraron nada”, dijo Jeremy Slate, madre de Glen. Cuando los capturaron, nadie imaginó que ambos chicos serían los primeros condenados a prisión, durante la ola de persecución y encarcelamiento que desató la dictadura de Daniel Ortega: Lovo y Slate fueron acusados y condenados por el asesinato del periodista Ángel Gahona.

Represión letal

Ángel Gahona se convirtió en la víctima mortal número 35, desde que estalló la crisis sociopolítica el 18 de abril, día del inicio de las protestas. La cifra quedó sepultada hace semanas por la violencia desatada por las fuerzas paramilitares de la dictadura orteguista, en estrecha y abierta colaboración con la policía. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en su último reporte sobre la situación de Nicaragua, registra 325 muertos. La Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) establece la cifra en 513 fallecidos. Ambas organizaciones coinciden en un punto: el alto número de decesos deriva de la orden directa del régimen, de disparar a matar en contra de los manifestantes.

El caso del periodista Ángel Gahona no es la excepción. El principal sospechoso de la muerte del comunicador es un policía de la fuerza antidisturbios.

Los periodistas que acompañaban a Gahona la noche del crimen aseguran que él estaba rodeado de policías regulares y efectivos antimotines. Al momento del disparo, la protesta ya había avanzado algunos metros. “Ninguno de los chavalos que andaban haciendo protesta pudo haber tirado algo (un disparo) a 200 metros y darle a la cabeza”, dijo al diario La Prensa, el medio escrito más importante de Nicaragua, la periodista Ileana Lacayo, amiga de Gahona y una de los colegas que lo acompañaban la fatídica noche del 21 de abril. Un grupo de personas que iba junto a él, corrió dando alaridos y gritos mientras buscaban un vehículo para trasladarlo al hospital. En un video publicado en redes sociales, se ve cómo Ángel yace en el suelo, sangrando, mientras los policías se alejan del lugar.

El martes 8 de mayo, más de 15 días después de la muerte de Gahona, la Fiscalía acusó en los tribunales por los delitos de asesinato, y asesinato frustrado, a dos sospechosos del crimen: Brandon Cristofer Lovo Tayler y Glen Abraham Slate.

Sin embargo, los familiares del periodista rechazan que los jóvenes sean los autores del asesinato de Gahona. “Rotundamente no son”, dijo Juan Carlos Gahona, su hermano. “Yo todavía estoy tratando de creer, y quiero confiar en la justicia de este país. He visto tantos videos. Su muerte me impactó demasiado. Lo que me llama mucho la atención es que él no está en ningún momento en la manifestación. Él está rodeado de policías y en un radio de 100 metros no hay ni un solo manifestante, entonces… ¡por favor!”, dijo Gahona, en un testimonio publicado por la revista Domingo.

Durante la acusación, la Fiscalía aseguró que Brandon Cristofer Lovo Tayler fue quien disparó con un arma artesanal —la cual fue facilitada por Glen Abraham Slate—, y al momento de hacerlo se encontraba a unos 79 metros de distancia. Además, sostuvo que el arma apuntaba hacia los oficiales de Policía, que se encontraban cerca de Ángel.

De acuerdo a la relación de hechos presentada por el Ministerio Público, una institución dirigida por una antigua jefa de policía de nombre Ana Julia Guido, y conocida por su fidelidad absoluta a Ortega, en el mismo disparo con el arma hechiza, resultó herido un oficial de policía de nombre Carlos Anselmo Rodríguez López, con lesiones en el abdomen.

Según la Fiscalía, seis periodistas más que cubrían las protestas estuvieron en peligro, pero Migueliuth Sandoval, la viuda, asegura que el supuesto esclarecimiento “es un montaje”. Señala como sospechoso a un comisionado mayor de la Policía, de apellido Valle, y a otros oficiales que reprimían a los manifestantes la noche de la muerte de Gahona.

Un juicio infame

El juicio de los implicados por la dictadura como responsables del asesinato del periodista Ángel Gahona, estuvo plagado de irregularidades y violaciones a los procedimientos, por parte del Ministerio Público y el juez Ernesto Rodríguez Mejía. Este último forma parte del anillo de jueces que concentra los casos en los que tiene interés el régimen. La familia de Gahona, ante la desconfianza en el Ministerio Público, quiso emprender una investigación independiente que fue desechada por el juez Rodríguez, quien admitió sólo el procedimiento entablado por la Fiscalía, en el que se acusa del crimen a los jóvenes Lovo y State.

Fuente: LaPrensa

Una de las piedras angulares de esa investigación independiente, fue el testimonio de un testigo conocido por la policía, quien solicitó la reserva de su identidad. La fuente, primero ante estos, y luego durante una entrevista en la radio regional La Costeñisima -propiedad del periodista Sergio León, también amigo de Gahona-, afirmó que el tirador fue “un antimotín bajito, que era parte del grupo de policías que estaban cerca de Gahona y los periodistas la noche del asesinato”.

Sin embargo ni el Ministerio Público ni la Policía quisieron indagar sobre la versión de este testigo. Lo que ocurrió luego de conocerse el testimonio, es que este fue asediado por la policía y paramilitares, al punto de abandonar el país. Sergio León, el dueño de la radio, también fue amenazado de muerte si volvía a divulgar el testimonio; e Ileana Lacayo, la periodista más activa en el reclamo del esclarecimiento del crimen, tuvo que exiliarse en Costa Rica.

La vida no fue igual

Después del asesinato de Gahona, la vida de su esposa y su familia dio un vuelco completo. Luego del crimen, tuvieron que permanecer varios días en casas de seguridad, ante el clima de violencia que aún reina en el país. Migueliuth Sandoval, junto a su hija, se convirtió en la voz de las otras madres y viudas cuyos hijos y cónyuges fueron asesinados durante la represión orteguista. Una foto de ella, junto a los dos hijos de Gahona (la niña es hija de ambos), protestando solos en la rotonda de Metrocentro, en el corazón de Managua, se hizo viral por el simbolismo de su lucha en contra de un proceso judicial viciado que “lo que menos busca es encontrar a los verdaderos culpables del crimen de mi esposo”.

Sandoval integró la delegación que viajó a Washington, para participar de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que exigió justicia para las víctimas. Fue una activista permanente en todas las marchas y protestas en contra del régimen. Sin embargo, el asedio y la presión en su contra fueron demasiado. El noticiero que ella y su difunto esposo fundaron tuvo que cerrar. La empresa de cable local que lo transmitía fue advertida de perder su licencia, si continuaba dándole un espacio en la programación. La amenazaron de muerte a ella y a la niña de Gahona, de tan solo cuatro años. No tuvo más remedio. El juicio y sentencia del crimen de su esposo, los tuvo que seguir exiliada en Estados Unidos.

El 30 de agosto concluyó el juicio en contra de Brandon Lovo y Glen Slate por el asesinato de Ángel Gahona. Fue a eso de las diez de la noche de un viernes, un horario inusual para emitir resoluciones judiciales o sentencias. El juez orteguista Ernesto Rodríguez, violentando por completo el artículo 34 de la Constitución Política de Nicaragua, que establece que los juicios son orales y públicos- salvo excepciones como casos de violación o procesos que involucren a menores de edad- prohibió el acceso a los periodistas de medios de prensa independientes, a los familiares de los procesados, y a representantes de los organismos de derechos humanos. Solo permitió el paso a los abogados defensores de los jóvenes procesados y a la prensa de los medios privados ligados al régimen. Los detalles del caso se supieron gracias a los abogados de los muchachos, que luego también tuvieron que dejar el país por las amenazas y acoso que sufrieron por tomar el caso.

Brandon Lovo y Glen Slate fueron condenados a 23 y 12 años de prisión, respectivamente. Se logró confirmar que ambos estuvieron en el lugar de los hechos, porque se habían unido a los protestas, como centenares de personas de Bluefields. Sin embargo, en el juicio no se pudo demostrar que ellos fueron los que dispararon: no hubo un solo testigo ocular de que ellos fueron los que cometieron el crimen, y más bien, sus abogados presentaron videos del asesinato que muestran que los muchachos no estaban cerca del periodista cuando se detonó el disparo letal.

Una trayectoria de bala inverosímil

Para que se cumpliera la teoría de la Fiscalía sobre la participación de Brandon y Glen, ambos tuvieron que disparar desde la parte trasera de un edificio de dos pisos hacia el lado sur del lugar. La bala tuvo que haber recorrido un tramo de unos cien metros, dar media vuelta, y en la trayectoria de regreso pasar por encima de un autobús, descender, impactar de refilón a un oficial y volver a ascender hasta llegar a la cabeza de Gahona: algo totalmente imposible.

Esta teoría, según los abogados defensores, se deshace, ya que existe un video que muestra el ángulo desde donde Brandon y Glen debieron haber estado en el momento del balazo, pero en la imagen no aparece ninguna persona. Es decir, también la teoría de la Fiscalía, fabricada durante el juicio, no tiene ninguna prueba total.

Durante el juicio hubo 36 testigos en total, entre peritos presenciales y testigos oculares. Sin embargo ninguno vio a cualquiera de los muchachos disparar en el lugar, y solamente escucharon el disparo.

La Fiscalía determinó que solo hubo un balazo en el lugar de los hechos. Sin embargo, hubo tres heridos con armas de fuego: el oficial Carlos Anselmo Rodríguez, el periodista Ángel Gahona y Brandon Lovo —quien fue herido, aun cuando estaba a unos 80 metros de distancia de los dos primeros—, la misma noche del asesinato. No se aclaró en el juicio si el proyectil que hirió a Lovo, provino de la misma policía, algo que aseguran los padres del joven. En el mismo video que filmó Gahona antes de morir, además afirma: “Ya empezó a disparar la Policía”.

El testigo clave del juicio que llevó el Ministerio Público fue un audio de una periodista local de nombre María Victoria Borge, en el cual se le escucha decir que la muerte de Gahona fue “por culpa de estos chavalos (que andaban protestando)”. Pero, el Ministerio Público nunca explicó en el juicio, cuando fue que Borge dijo esto.

Borge nunca fue llevada a declarar al juicio para confirmar que eso era cierto. Se argumentó por parte del Ministerio Público que no había dinero para traerla hasta Managua. En declaraciones a la radio La Costeñísima, la periodista Borge negó que haya visto disparar a Brandon Lovo. Esta fue la última vez que se supo de Borge, quien también se habría ido del país por su involucramiento con el caso.

Migueliuth Sandoval dice que ya esperaba un fallo como el emitido. Vía entrevista telefónica concedida a La Prensa, un día después de conocerse la sentencia, dijo: “Sí esperábamos esto. No que nos impactara de la forma en que lo está haciendo, porque sí, nos está lastimando. Sí, nos sentimos humillados, ultrajados. Lo afirmo. Mi esposo estaba rodeado de antimotines, de fuerzas especiales de la Policía, de fuerzas antidisturbios. La Fiscalía presentó esos videos. Quedó evidenciado que no fueron esos chavalos. Sin embargo, el juez estuvo ciego”. Y luego rompió a llorar. Fue la última vez que declaró ante la prensa por el asesinato de su esposo.