A un año y tres meses de su asesinato, la Fiscalía ha archivado la investigación del crimen del periodista David Choquepata, un comunicador ultimado en su propia cabina de radio. Cuatro alcaldes fueron llamados a declarar, pero una clara hipótesis de trabajo ha sido inexplicablemente desestimada. La familia ha apelado el archivo, y señala, bajo sólidos argumentos, a un presunto responsable.
El 20 de noviembre de 2016, a la 1:15 de la tarde, la señal de Radio Alegría se vio interrumpida. Los receptores de los miles de oyentes de la emisora, localizada en Camaná, una provincia al sur de Perú, captaron de pronto solo ruidos e interferencia. Pero lo que parecía ser un abrupto problema técnico, que se prolongó durante tres horas, terminaría conmocionando a toda la ciudad. David Choquepata, el comunicador que en ese momento transmitía un programa en vivo, había sido asesinado, en su propia cabina de radio.
Pero, ¿quién mandó a matar al periodista, y qué pasó durante esas tres horas que Radio Alegría estuvo fuera del aire?
Hernán David Choquepata Ordóñez, de 46 años, era un emprendedor de la radiocomunicación en Camaná, provincia de la región Arequipa. Con 20 años de experiencia en el rubro, antes de administrar una frecuencia, pasó por todos los puestos que pueden ser ejercidos desde una radio local: operario de equipos, programador musical y locutor. De este último encargo, a comentarista político-social, hay apenas un paso, en la precaria industria de las comunicaciones en las provincias del Perú.
Flor Arapa, esposa de David, cuenta que fue en 2014 que este decidió dejar de rotar entre las varias radios para las que trabajó, para administrar una por sí mismo. Ya para entonces David Choquepata se había hecho de un nombre en la ciudad, aunque no con el suyo propio: se hacía llamar "Randy", el apelativo con el que se convirtió en uno de los locutores más populares de Camaná.
El año en que David se hizo de la administración del 93.3 de la FM no es dato menor. El 2014 fue año de elecciones municipales y regionales en el Perú, un evento que vuelve particularmente movido el mercado de la radiocomunicación al interior del país. Entusiastas locutores van en busca de espacios radiales, que alquilan por horas, para con ello captar parte de la millonaria torta de la propaganda electoral. Muchas veces hombres de radio que se hacen llamar amigos, terminan enfrentados, si el destino, o la propaganda electoral, los coloca en orillas opuestas.
Fue ese año que David Choquepata le alquiló la frecuencia a Oswaldo Villanueva, un empresario de la ciudad de Arequipa, capital de la región, que a su vez se la alquilaba al titular de la licencia, otorgada por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, en Lima. "Un contrato firmado no hay, es un acuerdo de palabra", refiere Flor Arapa, describiendo el trato que tenía su esposo para, pago mensual de por medio, administrar la señal en la ciudad. Mientras que en Arequipa la radio se llamaba "La Ribereña", esa misma frecuencia, en Camaná, fue bautizada como Radio Alegría.
Con una señal de radio bajo su administración las 24 horas, y una parrilla de programación por llenar, Choquepata contrató a Golfer Rivas Macuado: "El gato".
Una señal interrumpida
La persona que ese 20 de noviembre acudió a la cabina radial para matar a Randy, tenía bien definida su estrategia, y su objetivo. No solo lo hizo un domingo, día en que las calles de Camaná lucen prácticamente vacías, sino en el horario en que este emitía su programa: entre la 1 y las 5 de la tarde. Al futuro homicida le bastaba con prender la radio, sintonizar la emisora, y corroborar que, efectivamente, el comunicador se encontraba en el punto.
La cabina está ubicada en un ambiente contiguo a una casa de tres pisos, donde Randy y Flor alquilan uno. La vivienda pertenece a la familia Rodríguez Fernández. Por eso fue uno de sus miembros, Gianela Gaudi Rodríguez, la primera en percibir que algo pasaba en ese ambiente del domicilio. A la fiscalía le dijo que escuchó "un ruido muy fuerte", a manera de golpe, y luego unas cosas que caían. Por eso pidió que le avisen a Flor, quien para entonces, desde el tercer piso, ya había notado que la señal de la radio se había interrumpido.
Cuando Flor consiguió llegar a la primera planta, e ingresar a la cabina por su puerta independiente, que da a la calle, no podía dar crédito a lo que veía. Randy yacía tirado, hacia el lado derecho de la mesa de conducción, prácticamente sobre el CPU de su computadora, también en el suelo. La caída del equipo había desconectado los cables que llevaban el audio hacia el transmisor: la voz de Randy se había apagado, y la de la radio también.
"En ese momento entré en shock. Recuerdo que salí gritando. Gente entrando y saliendo de la cabina. Luego yo sosteniendo a Randy. Sangraba a la altura de una de sus cejas. Cuando le hablé, aún me miraba, pero él ya no podía hablar", cuenta Flor Arapa para este informe, desde la misma cabina en la que su esposo fue asesinado, hace ya más de un año.
Randy fue ingresado de emergencia al Hospital de Camaná, donde los médicos no alcanzaban a determinar lo que le había ocurrido. En los documentos del centro de salud se consignó: traumatismo encéfalo craneano. Oscar Yucra, médico de turno, dejó sentado "herida contuso cortante", causada por "objeto contundente a determinar: piedra, martillo o fierro". Sin embargo, a algunos kilómetros de allí, otra persona, sin siquiera haber visto a la víctima, parecía tener certeza de lo que realmente había ocurrido con Randy.
"Bala le han metido estos hijos de puta". La frase es de Golfer Rivas Macuado, "El gato", trabajador de la radio y compañero de cabina de Randy. Rivas apareció en la escena minutos después del atentado, cuando el herido había sido trasladado, y transmitió en vivo, vía Facebook Live, lo que hoy puede verse como un video: su ingreso a la cabina, sollozante, y su esfuerzo por dejar sentado que fue él quien dio parte a la policía de lo que acababa de ocurrir.
Efectivamente fue un disparo lo que mató a Randy, pero eso se sabría varias horas después, cuando los médicos certificaron su muerte y procedieron a la necropsia. Ni siquiera había estado claro para la Policía, que hasta fotografió un ladrillo como presunta arma homicida, como consta en las actas de diligencia. "Se trató de ubicar el objeto o evidencia que haya podido ser arrojado", dice el documento.
"El Gato"
Cinco funcionarios públicos, entre los que se cuentan cuatro alcaldes y un gerente municipal, fueron llamados a declarar por Luis Fernando Supo Ramos, el fiscal que investiga el caso. Una de las hipótesis de Supo, era que Randy pudo haber sido asesinado a solicitud de alguna autoridad, en venganza por el trato que recibía desde su radio.
En sus manifestaciones, algunos funcionarios dijeron haber sido calumniados, e incluso insultados, desde la radio que administraba Randy; pero no lo señalaban a él, necesariamente, como el emisor de las ofensas. Alegría era una radio de comentario político altisonante. Mientras Randy solía abrir las líneas telefónicas, para que la población lance abiertas críticas a la gestión de alcaldes y funcionarios; Golfer Rivas, "El Gato", iba incluso más allá.
"Golfer Rivas expresaba imputaciones en mi contra, y hechos falsos en contra de mi dignidad (…) La gente me decía que era muy terrible y no pararía hasta sacarme del cargo. Se comía el honor de todos", es lo que le dijo Víctor Zapata Moz al fiscal. Este gerente de Transportes de la Municipalidad de Camaná, dice que el locutor además lo llamaba "delincuente" y "violador". Un buen día Zapata, cansado de los agravios, fue hasta la cabina radial exigiendo derecho a réplica, sin imaginar que terminaría siendo echado a golpes, por Golfer Rivas, y su hijo.
Golfer Ilario Rivas Macuado, de 52 años, es un locutor de radio conocido en Camaná como "El Gato", tiene años de experiencia en el rubro, y la gente lo identifica por su verbo punzante contra políticos y empresarios. Otros comunicadores de la zona entrevistados para este informe, critican su estilo al que califican de "insultante" y "vulgar". En 2016, Jorge Franco Otazu, administrador de un club nocturno, le dijo a la Fiscalía que su negocio era extorsionado por "El Gato", quien le exigía dinero a cambio de parar las críticas contra su negocio en la radio.
En los últimos meses la relación entre Randy y "El Gato" se había vuelto insostenible. Flor Arapa cuenta que su esposo le reclamaba constantemente, por el tipo de comentarios que vertía por la señal. Eran discusiones que terminaban en medio de gritos e insultos. Si no lo botaba, dice Flor, es porque ambos pagaban a medias los gastos de la radio. Lo que a Randy le preocupaba era quedarse sin la señal, pues los reclamos de quienes se sentían víctimas de "El Gato" habían llegado incluso al Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC).
Uno de los que había tramitado ese tipo de quejas es Walter Calisaya Troncoso, alcalde distrital de Mariscal Cáceres, quien dice era llamado por la radio "alcaldillo sinvergüenza". Calisaya le pidió verificar al MTC si Radio Alegría tenía licencia para operar en Camaná. Le dijeron que no. Y entonces abrió un proceso para que le sea levantada la señal.
Pero la tensa relación entre Randy y "El Gato" no es solo señalada por su esposa. Otros tres testimonios, como parte de la investigación, la confirman. El más profuso en detalles es el que brindó Juan Armacta Amanca, zapatero del occiso. "Se sentía incómodo con Golfer Rivas, esto por el trabajo en la radio. Me dijo: "Ya le he llamado la atención. Ya estoy harto. Lo voy a sacar porque está causando muchos problemas. Cuando le digo algo se molesta, y se pone malcriado conmigo"".
Flor Arapa, dice además, que "El Gato" tenía claros intereses sobre la administración de la radio. Asegura que este había iniciado conversaciones con Oswaldo Ríos –el empresario que les alquilaba la frecuencia-, para que sea él quien la maneje en adelante. Pero, ¿son estos suficientes indicios para que la familia haya pedido formalmente al fiscal Supo, anular el archivo, y apuntar a "El Gato"?
Una línea de investigación desestimada
Dos testimonios clave en el expediente fiscal dan luces del camino que debería seguir la investigación, si el fiscal así lo quisiera.
El primero es el que Luis Fernando Supo le tomó a Luis Lizardo Herrera Castro, un comerciante de 61 años de edad. Herrera es dueño de una ferretería llamada "BH San Luis", y le dijo al fiscal que el domingo 20 de noviembre, a las 10:30 de la mañana, Golfer Rivas "El Gato", en compañía de su hijo, acudió a su negocio e intentó comprar balas. "¿Tienes balitas de 22?", dice Herrera que "El Gato" le preguntó. Tras responderle que no, contó que este le dijo que "no quería que lo agarren desprevenido", como haciendo alusión a una supuesta amenaza.
El segundo testimonio, y lo que se consiguió con él, fue revelador. Un trabajo de inteligencia policial permitió detener a un adolescente de 16 años, quien aseguró le ofrecieron "el trabajo" de matar a Randy. El menor, de iniciales D.A.B.G, le contó a la policía que el sábado 19 de noviembre, un hombre, a quien describió como "de contextura gruesa, estatura alta, tez morena, cara redonda, y unos 30 años" lo interceptó cerca de donde iba a jugar fútbol, para pedirle "un favor".
El adolescente cuenta que el sujeto le entregó un sobre manila, en cuyo interior había dinero, un arma y una foto. "Al ver bien dicha fotografía se trataba del periodista Randy", declaró. "Me dijo que solo era tocar la puerta y cuando este salga le dispare en cualquier parte del cuerpo para quitarle la vida". D.A.B.G asegura que rechazó el encargo, y que vio que el sujeto siguió en la zona haciendo a otros la misma propuesta.
Para intentar identificar al sujeto del ofrecimiento, al día siguiente la fiscalía enfrentó al menor a una prueba de reconocimiento fotográfico: expuso frente a él las fotos de 15 de los testigos del caso, extraídas del Registro Nacional de Identidad (RENIEC), cada una con un número y sin revelar sus nombres. El adolescente no tardó en identificar una: la 10. La imagen correspondía a Golfer Rivas Prado, de 28 años, hijo de Golfer Rivas Macuado, "El Gato".
¿Qué hizo el fiscal Luis Fernando Supo con toda esta información? ¿Confrontó a "El Gato" con la versión del ferretero respecto a la compra frustrada de balas? ¿Dispuso que el hijo del locutor se presente ante el menor para validar la identificación? El periodista autor de este informe, desde Camaná, tomó contacto con el doctor Supo y le pidió una reunión. A la cita, que el fiscal aceptó por teléfono, nunca apareció.
Para periodistas y comunicadores de la zona está claro que cualquier autoridad de la ciudad se la piensa dos veces antes de chocar con Golfer Rivas Macuado, "El Gato". El fiscal Luis Fernando Supo archivó la investigación del asesinato de David Choquepata, "Randy", el pasado 12 de enero. Flor Arapa, su esposa, ha apelado la decisión. Todas las mañanas debe abrirle la puerta de la cabina radial, donde mataron a su esposo, a "El Gato", quien continúa transmitiendo su programa.